viernes, 30 de septiembre de 2011

CAMINO DEL BACHE DEL BOHEMIO

Entre los retazos de la tarde y la delicada sombra de la noche regresaba a mi huequito
en tu espalda cosechadora de quejíos y lamentos y, al rehacer mis pasos ya debilitados,
y cruzar el arco de tu cuerpo perfumado de sal, me encontré de repente con ella,
liviana, recostada en una esquina, con pantalón corto, y las piernas blancas al infinito,
esquiva, allá lejos.
Yo que la observo asiduamente, hoy la he visto más bella que nunca, femenina… Seductora,
lucía sus mejores trajes, muy elegante, toda de blanco... con albos tacones altos y un foulard
que le cubría todo el cuerpo hasta la sonrisa… y no pude por más que soltar ¡uy, qué bella!
Ella, amante de la noche, me sonrió al instante y, por momentos, se ruborizó, bueno, le
saqué un poco los colores pues sus mejillas me devolvieron un vergonzoso ¡ay! muy
sorprendida, más que yo, si cabe. Le dije que resplandecía más bella que nunca y que
me acompañara en mi cantar.
Ella, confusa, pero decidida al fin, aceptó mi entusiasmada invitación, sonrió y,
pausadamente, me devolvió de un guiño mis piropos. Me tomó de la mano, tembloroso yo
y casi arrepentido, acariciándome el corazón y se dispuso a caminar junto a mí, por la
umbría de la catedral.
Ya buscando su mirada, soñando su boca, de una luz furtiva, me abrió el cielo en un claro.
Fue todo locura de amor. Ella no dejaba un instante de mirarme, sentía el hervir de sus
ojos seductores, titilante. Yo le devolvía la mirada enamorada... volamos,
sentimos... vivimos... mas cuando al fin retorné a mi hogar, ella, entristecida, me
dedicó un sentido beso que se estampó en mi abrumada mejilla.
Me despedí de ella, Selena, hasta mañana, despliega tus alas blancas y cubre el cielo de
azul y el amanecer de luz, descansa en algún recodo de mi vida, que siempre te
he de encontrar.
Ahora, que ella se me ha escapado por la rendija de mi balcón, tenue, sin brillo en el azul,
sólo encuentro la nocturnidad bohemia, su belleza febril, su trémula nocturnidad en un
rincón del Pópulo, rincón, sí, esquina de mi devenir, en la sombra de la noche, en la
sombra nocturna del Bache.

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